LA VERDAD SOBRE EL MATRIMONIO.
(Segmento traducido directamente del libro “TRUTH OVERRRULED”, escrito por Ryan T. Anderson.)
Con su decisión en Obergefell v. Hodges la Corte Suprema de los Estados Unidos ha traído la revolución sexual a su ápice - una redefinición de la institución primordial de nuestra civilización, eliminando todo enlace a la procreación y convirtiendo las diferencias de sexo en algo sin ninguna importancia. Estamos ahora caminando dormidos hacia una revolución cultural y social sin precedente alguno. Una verdad reconocida por miles y miles de años, ha sido anulada por 5 jueces, no elegidos por votación. Las consecuencias se extenderán mucho más allá que las parejas que han sido autorizadas a obtener una licencia de matrimonio debido a esta decisión.
Si la ley enseña una falsedad acerca del matrimonio, entonces será aún más difícil poder vivir la verdad del matrimonio. Como materia de principio, basados en estas nuevas normas matrimoniales, no hay razón ninguna por la que el amor entre dos adultos en mutuo consentimiento sea permanente o limitado a dos personas, mucho menos que sean sexualmente exclusivos. Y así, a medida que la gente interiorice esta nueva visión del matrimonio, éste dejará de ser menos y menos una fuerza estabilizadora. Mientras menos gente viva las normas matrimoniales, menos gente recibirá los beneficios de la institución del matrimonio - no solo los esposos, pero también los hijos. ¿Cómo puede la ley enseñar que los papás son esenciales, por ejemplo, si los ha hecho oficialmente opcionales?
La esencia del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, se ha convertido en una verdad desagradable para muchos. Ciertamente, existe un serio atentado en progreso para definir la oposición al matrimonio homosexual como nada más que una intolerancia fanática e irracional. Si este atentado tiene éxito, ésto se convertirá en la más seria amenaza a los derechos de conciencia y libertad religiosa en la historia de los Estados Unidos. ¿Seremos los que defendemos el matrimonio tradicional tratados como intolerantes? ¿Será posible que nuestra sociedad y nuestras leyes traten a los estadounidenses que creen en el matrimonio entre un hombre y una mujer como si esto fuera el equivalente moral al racismo?
Grandes sabios y pensadores a través de la historia de la humanidad - y desde toda comunidad política hasta alrededor del año 2000 - creyeron que era razonable y correcto el ver el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Ciertamente, este criterio sobre el matrimonio ha sido algo universal en la humanidad. Ha sido compartido por las tradiciones Judía, Cristiana y Musulmana; por los sabios Griegos y Romanos, aún sin ser tocados por ninguna de las tres religiones anteriores; y por los filósofos de la era de los Iluminados. Ha sido afirmado por el derecho canónico, así como también por las leyes civiles y comunes.
Las prohibiciones del matrimonio inter-racial, en contraste, fueron parte de un insidioso sistema de subordinación y explotación racial que negaba la igualdad y la dignidad de los seres humanos y forzaba la separación de los ciudadanos basándose en diferencia de raza específicamente. Cuando estas prohibiciones aparecieron inicialmente en las colonias Americanas, eran inconsistentes no solo con la ley común de Inglaterra, sino también con las costumbres de toda cultura previa a lo largo de la historia humana.
En cuanto a la Biblia, esta no presenta al matrimonio en relación a raza, sino que insiste en que el matrimonio tiene todo que ver con la complementariedad de sexos. Desde el principio del Génesis hasta el final de Apocalipsis, la Biblia está repleta de imágenes conyugales y del lenguaje sobre esposo y esposa. No puede ser que la decisión de una Corte Suprema de mayoría liberal anule la verdad sobre lo que es el matrimonio, el cuál es expresado en la fe, en la razón y a través de la experiencia humana universal.
Nosotros debemos ahora más que nunca dar testimonio de la verdad del matrimonio con más decisión y habilidad. Debemos encontrar maneras para reconstruir la cultura del matrimonio.
EL CASO “PRO-VIDA”.
¿QuÉ HACER AHORA? En Enero de 1973, la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos creó un derecho constitucional al aborto en cualquier momento de los nueve meses de embarazo en el caso Roe v. Wade y Doe v. Bolton. A los defensores de la vida (pro-vida) les fue dicho que habían perdido y todo quedó establecido así. La ley le enseñó a los ciudadanos que tenían un nuevo derecho y la opinión pública pronto se movió en contra de los pro-vida por un margen de dos a uno. Pero valerosos pro-vida se pusieron manos a la obra y ahora están cosechando los frutos de lo que sembraron. La generación de hoy es más pro-vida que la anterior. La mayoría de ciudadanos apoyan las políticas pro-vida más ahora que en ningún otro tiempo desde la decisión Roe. Más leyes estatales han sido promulgadas para proteger a los bebés todavía no nacidos que en la pasada década y los pasados treinta años combinados. ¿Qué sucedió? La comunidad pro-vida despertó y respondió a una decisión equivocada de la corte. Intelectuales académicos escribieron libros y artículos apoyando científica y filosóficamente el caso por la vida. Hombres de estado como Henry Hyde, Edwin Meese, y Ronald Reagan construyeron política y usaron el púlpito para impulsar el progreso de la cultura de la vida. Activistas y abogados se juntaron, formaron coaliciones, y diseñaron estrategias efectivas. Todos ellos, fielmente, dieron testimonio de la verdad.
Todo lo que el movimiento pro-vida hizo necesita hacerse de nuevo ahora, en esta nueva frontera del matrimonio.
Hay tres lecciones en particular para aprender del movimiento pro-vida:
1. Debemos referirnos a la decisión Obergefell v. Hodges por lo que es: activismo judicial. Así como el movimiento pro-vida exitosamente rechazó Roe v. Wade y expuso sus mentiras en relación a la vida antes de nacer y a la constitución de este país, nosotros debemos poner claro que Obergefell v. Hodges no dice la verdad sobre el matrimonio ni sobre la Constitución de este país.
2. Debemos proteger nuestra libertad de expresión y vivir de acuerdo a la verdad. El movimiento pro-vida logró esto en por lo menos tres frentes. Primero, se aseguró que médicos, enfermeras, farmaceutas y hospitales, nunca tendría que realizar un aborto o dispensar drogas que causen un aborto. Segundo, ganó la batalla a través de la Enmienda Hyde -previniendo que el dinero que proviene de los impuestos de los ciudadanos no se usara para pagar abortos. Y tercero, se aseguró que las personas y las organizaciones pro-vida no serían discriminadas por el gobierno. Las fuerzas a favor del matrimonio (tradicional) necesitan hacer lo mismo: asegurarse que estemos libres de la coerción del gobierno para dirigir nuestras propias vidas, que seamos libres de educar a nuestros hijos, y de operar nuestros negocios y organizaciones de caridad de acuerdo a nuestras creencias -la verdad- acerca del matrimonio. Igualmente debemos asegurarnos que el gobierno no discrimine en contra de los ciudadanos u organizaciones debido a su creencia que el matrimonio es la unión de esposo y esposa.
3. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para llevar nuestro caso al público. Tenemos que dar testimonio de la verdad de una manera atractiva y convincente. El movimiento pro-vida logró esto en diferentes niveles. Especialistas en ciencia, leyes, filosofía y teología sentaron las bases del caso pro-vida con investigaciones y escritos en sus disciplinas, mientras que los grupos defensores de la vida apelaron incansablemente al corazón de los ciudadanos Americanos. Las personas pro-vida hicieron más que predicar, lanzando una multitud de iniciativas para ayudar a las madres en embarazos críticos a tomar la decisión correcta.
Ahora nosotros debemos emplear la razón para hacer un caso sobre la verdad del matrimonio, comunicar esta verdad a nuestros vecinos, y plasmar esta verdad en nuestras familias y comunidades.
No importa lo que la ley o la cultura diga, debemos comprometernos ahora a ser testimonio de la verdad sobre el matrimonio: que hombres y mujeres son iguales e igualmente necesarios en la vida de los niños; que hombres y mujeres, aunque diferentes, se complementan uno al otro; que se necesita un hombre y una mujer para traer un niño al mundo; que no es intolerancia sino compasión y sentido común el insistir en leyes y políticas públicas que maximicen la probabilidad que los niños crezcan con una madre y un padre.
Muchos de nuestros vecinos y amigos no han escuchado nuestros argumentos y parecen renuentes a respetar nuestros derechos porque no entienden lo que nosotros creemos. Depende de nosotros el cambiar esa percepción. Nosotros decidiremos en qué lado de la historia estamos.
(Segmento traducido directamente del libro “TRUTH OVERRRULED”, escrito por Ryan T. Anderson.)
Con su decisión en Obergefell v. Hodges la Corte Suprema de los Estados Unidos ha traído la revolución sexual a su ápice - una redefinición de la institución primordial de nuestra civilización, eliminando todo enlace a la procreación y convirtiendo las diferencias de sexo en algo sin ninguna importancia. Estamos ahora caminando dormidos hacia una revolución cultural y social sin precedente alguno. Una verdad reconocida por miles y miles de años, ha sido anulada por 5 jueces, no elegidos por votación. Las consecuencias se extenderán mucho más allá que las parejas que han sido autorizadas a obtener una licencia de matrimonio debido a esta decisión.
Si la ley enseña una falsedad acerca del matrimonio, entonces será aún más difícil poder vivir la verdad del matrimonio. Como materia de principio, basados en estas nuevas normas matrimoniales, no hay razón ninguna por la que el amor entre dos adultos en mutuo consentimiento sea permanente o limitado a dos personas, mucho menos que sean sexualmente exclusivos. Y así, a medida que la gente interiorice esta nueva visión del matrimonio, éste dejará de ser menos y menos una fuerza estabilizadora. Mientras menos gente viva las normas matrimoniales, menos gente recibirá los beneficios de la institución del matrimonio - no solo los esposos, pero también los hijos. ¿Cómo puede la ley enseñar que los papás son esenciales, por ejemplo, si los ha hecho oficialmente opcionales?
La esencia del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, se ha convertido en una verdad desagradable para muchos. Ciertamente, existe un serio atentado en progreso para definir la oposición al matrimonio homosexual como nada más que una intolerancia fanática e irracional. Si este atentado tiene éxito, ésto se convertirá en la más seria amenaza a los derechos de conciencia y libertad religiosa en la historia de los Estados Unidos. ¿Seremos los que defendemos el matrimonio tradicional tratados como intolerantes? ¿Será posible que nuestra sociedad y nuestras leyes traten a los estadounidenses que creen en el matrimonio entre un hombre y una mujer como si esto fuera el equivalente moral al racismo?
Grandes sabios y pensadores a través de la historia de la humanidad - y desde toda comunidad política hasta alrededor del año 2000 - creyeron que era razonable y correcto el ver el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Ciertamente, este criterio sobre el matrimonio ha sido algo universal en la humanidad. Ha sido compartido por las tradiciones Judía, Cristiana y Musulmana; por los sabios Griegos y Romanos, aún sin ser tocados por ninguna de las tres religiones anteriores; y por los filósofos de la era de los Iluminados. Ha sido afirmado por el derecho canónico, así como también por las leyes civiles y comunes.
Las prohibiciones del matrimonio inter-racial, en contraste, fueron parte de un insidioso sistema de subordinación y explotación racial que negaba la igualdad y la dignidad de los seres humanos y forzaba la separación de los ciudadanos basándose en diferencia de raza específicamente. Cuando estas prohibiciones aparecieron inicialmente en las colonias Americanas, eran inconsistentes no solo con la ley común de Inglaterra, sino también con las costumbres de toda cultura previa a lo largo de la historia humana.
En cuanto a la Biblia, esta no presenta al matrimonio en relación a raza, sino que insiste en que el matrimonio tiene todo que ver con la complementariedad de sexos. Desde el principio del Génesis hasta el final de Apocalipsis, la Biblia está repleta de imágenes conyugales y del lenguaje sobre esposo y esposa. No puede ser que la decisión de una Corte Suprema de mayoría liberal anule la verdad sobre lo que es el matrimonio, el cuál es expresado en la fe, en la razón y a través de la experiencia humana universal.
Nosotros debemos ahora más que nunca dar testimonio de la verdad del matrimonio con más decisión y habilidad. Debemos encontrar maneras para reconstruir la cultura del matrimonio.
EL CASO “PRO-VIDA”.
¿QuÉ HACER AHORA? En Enero de 1973, la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos creó un derecho constitucional al aborto en cualquier momento de los nueve meses de embarazo en el caso Roe v. Wade y Doe v. Bolton. A los defensores de la vida (pro-vida) les fue dicho que habían perdido y todo quedó establecido así. La ley le enseñó a los ciudadanos que tenían un nuevo derecho y la opinión pública pronto se movió en contra de los pro-vida por un margen de dos a uno. Pero valerosos pro-vida se pusieron manos a la obra y ahora están cosechando los frutos de lo que sembraron. La generación de hoy es más pro-vida que la anterior. La mayoría de ciudadanos apoyan las políticas pro-vida más ahora que en ningún otro tiempo desde la decisión Roe. Más leyes estatales han sido promulgadas para proteger a los bebés todavía no nacidos que en la pasada década y los pasados treinta años combinados. ¿Qué sucedió? La comunidad pro-vida despertó y respondió a una decisión equivocada de la corte. Intelectuales académicos escribieron libros y artículos apoyando científica y filosóficamente el caso por la vida. Hombres de estado como Henry Hyde, Edwin Meese, y Ronald Reagan construyeron política y usaron el púlpito para impulsar el progreso de la cultura de la vida. Activistas y abogados se juntaron, formaron coaliciones, y diseñaron estrategias efectivas. Todos ellos, fielmente, dieron testimonio de la verdad.
Todo lo que el movimiento pro-vida hizo necesita hacerse de nuevo ahora, en esta nueva frontera del matrimonio.
Hay tres lecciones en particular para aprender del movimiento pro-vida:
1. Debemos referirnos a la decisión Obergefell v. Hodges por lo que es: activismo judicial. Así como el movimiento pro-vida exitosamente rechazó Roe v. Wade y expuso sus mentiras en relación a la vida antes de nacer y a la constitución de este país, nosotros debemos poner claro que Obergefell v. Hodges no dice la verdad sobre el matrimonio ni sobre la Constitución de este país.
2. Debemos proteger nuestra libertad de expresión y vivir de acuerdo a la verdad. El movimiento pro-vida logró esto en por lo menos tres frentes. Primero, se aseguró que médicos, enfermeras, farmaceutas y hospitales, nunca tendría que realizar un aborto o dispensar drogas que causen un aborto. Segundo, ganó la batalla a través de la Enmienda Hyde -previniendo que el dinero que proviene de los impuestos de los ciudadanos no se usara para pagar abortos. Y tercero, se aseguró que las personas y las organizaciones pro-vida no serían discriminadas por el gobierno. Las fuerzas a favor del matrimonio (tradicional) necesitan hacer lo mismo: asegurarse que estemos libres de la coerción del gobierno para dirigir nuestras propias vidas, que seamos libres de educar a nuestros hijos, y de operar nuestros negocios y organizaciones de caridad de acuerdo a nuestras creencias -la verdad- acerca del matrimonio. Igualmente debemos asegurarnos que el gobierno no discrimine en contra de los ciudadanos u organizaciones debido a su creencia que el matrimonio es la unión de esposo y esposa.
3. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para llevar nuestro caso al público. Tenemos que dar testimonio de la verdad de una manera atractiva y convincente. El movimiento pro-vida logró esto en diferentes niveles. Especialistas en ciencia, leyes, filosofía y teología sentaron las bases del caso pro-vida con investigaciones y escritos en sus disciplinas, mientras que los grupos defensores de la vida apelaron incansablemente al corazón de los ciudadanos Americanos. Las personas pro-vida hicieron más que predicar, lanzando una multitud de iniciativas para ayudar a las madres en embarazos críticos a tomar la decisión correcta.
Ahora nosotros debemos emplear la razón para hacer un caso sobre la verdad del matrimonio, comunicar esta verdad a nuestros vecinos, y plasmar esta verdad en nuestras familias y comunidades.
No importa lo que la ley o la cultura diga, debemos comprometernos ahora a ser testimonio de la verdad sobre el matrimonio: que hombres y mujeres son iguales e igualmente necesarios en la vida de los niños; que hombres y mujeres, aunque diferentes, se complementan uno al otro; que se necesita un hombre y una mujer para traer un niño al mundo; que no es intolerancia sino compasión y sentido común el insistir en leyes y políticas públicas que maximicen la probabilidad que los niños crezcan con una madre y un padre.
Muchos de nuestros vecinos y amigos no han escuchado nuestros argumentos y parecen renuentes a respetar nuestros derechos porque no entienden lo que nosotros creemos. Depende de nosotros el cambiar esa percepción. Nosotros decidiremos en qué lado de la historia estamos.